Muñeca de Porcelana

Ella era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, Una diosa, sabía que era para mí. Poseía una larga cabellera de fuego, rojo brillante, labios pequeños con una sonrisa que iluminaba todo a su paso, alta, esbelta, un par de delicados senos en los cuales podría dormir a gusto. Simplemente perfecta como una muñeca fina de porcelana. Su nombre: Alicia. Yo no soy un bueno para nada, así que conmigo nada le faltaría, en verdad que soy un buen partido para cualquier mujer, pero aunque tuve muchas yo no quería a cualquiera , sólo a ella. Recuerdo la primera vez que la vi, ese día gracias al destino mi coche se descompuso, tuve que usar el asqueroso metro pese a que lo odio, pero era relativamente más rápido , podría decirse que era el destino el que me guiaba a ella. Estaba tan frustrado de tener que rebajarme a ese tipo de transporte donde había personas que no tenían idea de lo que era un desodorante y ni hablar de una ducha, realmente me repugnaba estar ahí. Entonces la vi llegar, se paró a un lado de mí, su imagen era tan pulcra que parecía como si una rosa blanca hubiera brotado en el fango. Me recordó tanto un fragmento de poesía que leí una vez: «Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan».

Algo así era ella, cuando me vio me sonrió y yo contuve el aliento, pero le devolví la sonrisa. Ella miraba hacia el túnel esperando ver el metro, yo no dejaba de verla, no me agradaba que me diera la espalda, anhelaba que me mirara otra vez, pero no podía hacer nada. En ese momento pusieron el las pantallas la canción «You´re beautiful» de James Blunt, me parecía tan irrealmente perfecta que por un momento llegue a pensar que estaba soñando. De pronto ella rebasó la línea de seguridad, instintivamente le toqué el hombro al tiempo que le decía con cierta preocupación -Tenga cuidado señorita, es peligroso rebasar la línea- ese acto la tomó por sorpresa pues inmediatamente me miró exaltada y confundida, después vio al piso, posó nuevamente sus ojos en mí, pero esta vez un poco divertida y sonriente -No se preocupe siempre lo hago, no pasa nada- estaba extasiado con sus gestos, claro que lo que acababa de decir era una estupidez, las líneas estaban ahí por un motivo, pero no me importó, después de todo las chicas lindas no son muy listas. En fin, yo le respondí -No debería hacerlo, un día podría pasarle algo y eso sería una tragedia- hice una pausa, no podía creer que me sintiera nervioso ante ella -Usted es muy bonita, sería horrible que algo le sucediera- me sentí como un idiota cuando terminé de decir eso, seguro ella pensó lo mismo, sin embargo, se sonrojo y retrocedió obediente a la zona segura diciendo tímidamente -Gracias y tiene razón, seré más precavida- me dedico una tierna sonrisa, una vez más volvió su vista hacia el túnel ¿Por qué lo hacía? El metro no llegaría mas rápido con su vigilancia.

Habían pasado dos minutos, no estaba dispuesto a perder la oportunidad de dejarla ir tan fácilmente, pero después de lo último que dije, no tenía idea de cómo hacerle conversación, entonces… -Disculpe ¿Tiene mucho esperando?- me preguntó y de nuevo sus bellos ojos se encontraban con los míos, traté de no verme ansioso y ser encantador como siempre así que conteste tranquilamente -Sí, algo ¿Se le hace tarde?- hizo una mueca de disgusto y puso los ojos en blanco, mientras tanto yo ya estaba imaginando tenerla en mis brazos cuando respondió -Pues, aún voy con tiempo- hizo una pausa, estaba algo pensativa -pero si tarda más en llegar el metro tendré que tomar un taxi- dijo casi murmurando, como diciéndolo para sí. Era mi oportunidad, aún tenía tiempo de sobra pero fingí mirar mi reloj con preocupación -A mí igual, no puedo perder más tiempo- hice una pausa para parecer pensativo -¿En qué estación baja usted? Digo, si no es indiscreción- quise saber, la verdad no me importaba, igual le iba a proponer compartir un coche, aunque no lo necesitaba realmente. Ella titubeó, claro yo era un desconocido, pero finalmente dijo -Voy a Bellas Artes y ¿usted?- bueno era algo alejado de mi ruta pero no me importaba así que dije -¿Qué le parece si pido un carro y compartimos el viaje? yo también voy para allá- ella no parecía muy cómoda con mi propuesta ¡A caso parecía una persona que genera desconfianza? No podía creerlo -Este…- titubeó, le extendí mi tarjeta de presentación -No te preocupes, mira soy Enrique Contreras, estas a salvo conmigo- ella tomó la tarjeta y se relajó un poco -Emmm… Bueno, está bien- aceptó tímidamente -Yo soy Alicia, mucho gusto por cierto- estreché su mano al tiempo que decía -Tienes un hermoso nombre, el gusto es mio- salimos para pedir nuestro transporte, ese mismo día obtuve su numero, claro que con algo de astucia, pues ella era aún algo recelosa, pero yo soy un hombre carismático que inspira siempre confianza y ella definitivamente se´ria desde ese entonces sólo mía.

La fui conquistando como se debe, con flores, poemas y canciones, no solía regalarle cosas costosas, ya que no era mi idea compra su amor, aunque ella no era interesada. Estar con ella era fantástico, era graciosa, ocurrente y traviesa, no se cohibía por estar en la calle, era obvio que atraía la mirada de los curiosos- No faltaba el cabrón que la miraba con lujuria, me enfurecía que lo hicieran, sobre todo los que iban con su propia pareja. Una vez a un desgraciado se le ocurrió tocarle el trasero, grave error; Alicia tuvo que detenerme par que lo dejara de golpear, estoy seguro que después de ese escarmiento no le quedaron ganas devolver a manosear a otra mujer. Después de ese acto Alicia estaba pálida y no dejaba de reprocharme mi supuesto exceso de violencia, no era para tanto, pero fue nuestra primera discusión. Otra vez, un supuesto amigo suyo le empezó a coquetear en mi cara haciéndose el gracioso, pero ella me tomó del brazo y le dijo que sólo tenia ojos para mí, yo me limité a sonreír fingiendo que me hacía gracia, claro que cuando Alicia fe al baño aproveché para ponerlo en su lugar, pero al parecer me acusó después, otra discusión absurda. A veces no sabía si era ingenua y no se daba cuenta o si lo sabía y sólo fingía no darse cuenta.

Con el tiempo me fui cansando de sus reclamos por mis supuestos arranques de celos, es verdad que un día golpeé a su hermano cuando lo vi abrazándola y dándole besos, pero me disculpé, estaba muy apenado, además me revindiqué, llevé de vacaciones a Europa a nuestras familias y quedamos como buenos amigos. Aún no entiendo que pasó, jamas le hice ningún daño, bueno sólo aquella vez que me enfurecí por que la encontré con otro hombre en nuestro departamento, pensé que me estaba engañando con ese fulano, ella intento detenerme para que no lo golpeara, pero, estaba tan cegado por la rabia que sentí al imaginar que ese otro se haya atrevido a tocarla, terminé empujándola para apartarla de mi camino, la arrojé tan fuerte que chocó con un mueble y se lastimó un brazo, aquel hombre me enfrentó y me sometió al tiempo que me explicaba que no sólo era homosexual si no que además era organizador de eventos, mi amada novia organizaba una fiesta sorpresa para mi cumpleaños. Pero que imbécil fui ¿Cómo pude dudar así de ella? nunca me dio motivo para dudar de ella y ahí estaba yo llevándola a urgencias para que le curaran el brazo roto, quizá debí hacerle caso e ir a terapia para controlar mi ira, me prometí que no volvería a dañarla así, no quería perderle por otra estupidez así, nunca sería un novio golpeador, jamás arruinaría su belleza otra vez.

Después de esa y otras pequeñas discusiones por mis celos Alicia quería dejarme, decía que necesitábamos un poco de tiempo separados para pensar bien las cosas, le dije que no era necesario, que estaba yendo a terapia -Alicia, no seas irracional, eres todo para mí, mi ángel ¿No entiendes que estamos unidos por el destino?- me enloquecía imaginar a otros hombres viéndola sola, intentando seducirla -Te he dado todo mi amor, te he respetado, bueno ¿Qué mas quieres?- me senté y puse mi cabeza entre mis manos, estaba incrédulo, no podía ser cierto, ella me abrazó y besó tiernamente diciendo -Te amo tanto Enrique, yo sé que tratas de controlar tus celos, pero a veces tengo mucho miedo de que un día ataques al hombre equivocado y esta vez tú seas el que resulte herido- hizo una pausa -Siempre te he demostrado que mi corazón, mi alma y mi cuerpo te pertenecen…- la abracé con fuerza, percibía el dulce aroma a manzana verde de su sedoso cabello -Entonces no me pidas que nos separemos, ya te expliqué que estoy yendo a terapia, no volveré a agredir a nadie más- ella comenzó a llorar -me alegra tanto que estés yendo a terapia, pero aún así creo que necesitas un tiempo separado de mi para meditar las cosas- colocó sus suaves manos en mis mejillas para vernos a los ojos- que sea sólo un mes, yo estoy segura de lo que siento por ti, eso no va a cambiar, es que de verdad tengo mucho, mucho miedo de lo que puedas hacer por mi culpa- estaba tan decepcionado y abatido ¿Dijo un mes? No sólo eso, por segunda vez decía tener miedo de mí, no, no, no eso no, ella debe estar a mi lado -Por favor- suplicó con esa voz tan dulce y tierna como la de una niña y su carita, esa que tanto me causaba ternura -¿Prometes que sólo será un mes?- pregunté finalmente derrotado -No podría aguantar más tiempo sin ti- dijo con una sonrisa en el rostro -Bien, pero no te dejaré ir esta noche, voy a hacerte el amor hasta que amanezca- se ruborizo al tiempo que el deseo se apodero de ella -¿Hasta que amanezca?- preguntó lujuriosa, me limité a tomarla en mis brazos y la lleve a nuestra habitación.

Su piel se erizaba al contacto de mis manos, era como acariciar a un gato, se acoplaba a mis caricias, mordía su cuello y sus senos sólo para escuchar sus gemidos de placer, eso la enloquecía y mojaba, me fascinaba estar dentro de ella, tan cálida y húmeda y sentirme fusionado, su delicioso sabor salado, y que ella también supiera complacerme, sus ligeras mordidas en mis orejas, le gustaba chupar y morder mis labios, era deleitante su habilidad oral, me encendía cuando lo hacía. lo hicimos de diferentes maneras y posiciones, dejábamos el juego rudo para el final para terminar en un éxtasis total. No me cansaba de ella, era increíble lo mucho que me prendía, siempre estaba listo para la siguiente ronda. Cuando finalmente quedamos satisfechos dormimos abrazados, la tenía fuertemente abrazada incluso con mis piernas, cada que la sentía acomodarse la sujetaba instintivamente pues temía que se escabullera, era un reflejo pues alguna vez me comentó <me gusta dormir contigo, me abrazas como si fuera a huir aunque estés profundamente dormido>

Es el tercer día sin ella, me parece una eternidad, estoy frente al televisor cambiando canales sin tener mucho interés, siento vacío, incompleto, es como si estuviera aislado del mundo, cuando estoy en la calle es como si fuera un fantasma, paso desapercibido y sólo pienso en Alicia ¿Por qué acepté esta tontería?, bien, bien, solo han sido 72 horas de su ausencia ¿De verdad me extrañara tanto como yo a ella?. En terapia me han dicho que tengo una obsesión, que esta bien el periodo de separación, quería golpear a mi terapeuta por decir eso, pero hacerlo sólo me alejaría más de Alicia, Alicia, maldita sea Alicia ¿Por que me haces esto? encima me recetan medicina para controlarme, ¡Qué demonios! no soy un maldito loco ¿o si? Sí, ahora que lo pienso estoy loco por ella y me está matando la distancia. He dejado el canal de documentales, hablan de la preservación de los cadáveres, técnicas de embalsamamiento, ahora estoy prestando atención, entonces hablan de una más interesante, la plastinación, en donde quedan casi perfectos, una idea empieza a crecer en mi, otra vez se me revela el camino.

He aprovechado el tiempo, compré una casa con sótano, lo he acondicionado con lo necesario, todo está preparado, hasta el más mínimo detalle, Alicia va a amar esta casa, tanto que no se querrá volver a ir, no puedo evitar sentir dudas al respecto ¿Saldrá todo bien? Estoy nervioso por todo, me siento torturado por su ausencia, le escribía diariamente para saber cómo estaba, platicábabamos mucho; la última vez le envié el video de Moenia «No puedo estar sin ti», rogándole que nos viéramos, que casi había pasado el mes y que mi carácter había mejorado, que ya me había tranquilizado, también que tenía mucha razón que necesitaba tiempo para meditar mejor todo y que había resultado provechoso, le conté de la casa nueva, le envié algunas fotos, le dije lo emocionado que estaba, que ya no podía esperar más para darle un tour, le di muchos detalles y ella me contesto que moría de ganas por conocerla, le dije que no tenía idea. por fin aceptó que nos viéramos el fin de semana. Me abstuve de mencionarle que la casa contaba con un sótano increíblemente espacioso.

Tuvimos el mejor fin de semana de nuestras vidas, ella estaba feliz como una niña pequeña, nos besábamos y acariciábamos cada que podíamos, el viernes fuimos a la playa, le encantaba el mar, regresamos el domingo en la tarde y anduvimos visitando lugares divertidos en la ciudad, en la noche la llevé al lugar más romántico, finalmente y para cerrar con broche de oro la llevé a nuestra nueva casa, le vendé los ojos antes de conducirla al interior, ya estaba encantada con el jardín del frente, una vez a dentro le mostré todo el lugar, bueno casi todo. Ella andaba de aquí para allá como una chiquilla -¡es preciosa!- decía -¡Oh mira que hermoso jardín!- estaba más radiante que nunca, no pude evitar notar que se veía un poco diferente, me parecía que había ganado un poco de peso, aun así no dejaba de ser perfecta -Me encanta- me abrazo y me besó -Sólo me queda una puerta por abrir- justo antes de que tocara la perilla del sótano la cargué en mis brazos -Ya basta de explorar pequeña traviesa- le dije y la besé ella soltaba su risita de niña que ya extrañaba -Ah no es justo ¿Qué hay ahí?- dijo haciendo un puchero, me encantaba -Ya tendrás oportunidad de entrar mi niña- sí pesaba un poco más -Ahora te llevare a la alcoba- dije en tono seductor y mordí su cuello, eso la excito mucho -¿Ah, si? Pero aún no tengo sueño- respondió al tiempo que llevaba su indice a la boca, su mirada era de lujuria mezclada con inocencia -No te preocupes, no te llevare a dormir- contesté mientras la llevaba a la habitación -¿Entonces por que me llevas?- quiso saber, quería escuchar mi respuesta -Por que te quiero coger ahora mismo- le sorprendió que usara esa palabra, pero pareció gustarle -¿Me vas a coger duro?- pregunto con una sonrisa picara, me excitó aún más, ya estábamos en el lugar indicado, la coloqué con premura en la cama -Lo haré como la última vez que nos vimos mi amor- dije al tiempo que me dedicaba a desnudarla mientras ella hacía lo mismo conmigo. Mordí, lamí, y chupe sus suaves senos, recorrí cada parte de su piel con mis manos y mi boca, ella gemía y gritaba de placer, le encantaba el rol de sumisa, a mi me encantaba someterla.

Practicamos cada posición sexual que se nos ocurrió, el fuego de nuestra pasión nos consumía, nos saciamos hasta el cansancio quedando totalmente exhaustos. Al final de nuestros goces le ofrecí una ultima copa de vino que bebió mansamente, después cuando me acosté a su lado ella poco a poco se fue quedando dormida acurrucada en mis brazos. Fue una pena saber que ya no iba a despertar. Dormí aspirando su dulce aroma y cuando amaneció, conduje su cuerpo al sótano, hice lo que tenía planeado hacer. No me volvería a arriesgar a perderla nunca más, prepare los químicos y seguí paso a paso lo que estudié de la plastinación. Ahora es una obra de arte, perfecta, permanece impasible e impecable en su vitrina, hermosa, aunque no volveré a ver sus ojos brillantes cual luceros, ella estará ahí para mi como lo que siempre fue. Mi muñeca de porcelana.

Ingrit Abigail Contreras.

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